La primera dama Chirlane McCray pronuncia discurso en Conferencia 'Del castigo a la salud pública' en Brooklyn

January 28, 2015

A continuación se presenta el texto preparado para el discurso de la primera dama:


“Gracias, Eric. La gente de Brooklyn tiene la suerte de contar contigo como presidente del condado —y nuestra familia de tenerte como amigo. Y gracias, concejal Andrew Cohen, presidente del Comité de Salud Mental.

“Sé que Bill estaba orgulloso de ser uno de los primeros miembros del Equipo Andrew, y no puedo pensar en alguien mejor para dirigir este importante comité. Espero trabajar con Andrew en nuestras prioridades compartidas en los años por venir.

“Hablando de prioridades compartidas, agradezco a dos personas que han sido tan generosas con su tiempo y conocimientos, los cuales están con nosotros hoy: la Dra. Mary Bassett, comisionada del Departamento de Salud e Higiene Mental (DOHMH, en inglés) y el Dr. Gary Belkin, su subcomisionado ejecutivo de Higiene Mental. Agradezco también a todos los que ayudaron a organizar esta conferencia, especialmente a Jeff Coots y Alice Cini.

“Tan pronto supe sobre este encuentro, supe que era la oportunidad apropiada para anunciar una nueva iniciativa que es cercana a mi corazón. Es difícil para mí señalar el momento exacto en que una enfermedad mental llegó inicialmente a mi vida, pero fue probablemente cuando era bastante joven. Tanto mi madre, hija de inmigrantes, como mi padre, un veterano de la Segunda Guerra Mundial, lucharon con la depresión —aunque ninguno de ellos la habría llamado así. Ellos eran padres comprometidos que trabajaban duro. Y en su favor, aun cuando vivieron períodos de una tristeza intensa, intentaron lo mejor que pudieron dar a sus hijos todo lo que necesitábamos.

“Cuando dejé Massachusetts en 1977 por Ciudad de Nueva York, no tenía idea de cómo me ajustaría a la vida en una gran ciudad. Pero empecé a trabajar en industria editorial, con revistas, y me encantó. Cada día estaba rodeada de palabras, y ayudé a crear las relucientes publicaciones que había devorado hambrienta en los consultorios de médicos en mi tierra natal. Y mis compañeros de trabajo? Bien, ellos eran todo lo que imaginé que eran los neoyorquinos, inteligentes, confiados y en total control de sus sofisticadas vidas.

“O al menos parecía así. Un día, cuando recién empezaba un nuevo empleo, pregunté por la persona que ocupaba antes la posición. Y eso me llevó a uno de esos momentos en que uno piensa '¿Qué dije mal?'

“Había gente visiblemente alterada. No podían hallar las palabras precisas para describir lo que había ocurrido. En murmullos, hablaban sobre un ‘cambio abrupto de personalidad’ y ‘descompostura’. Y eso es lo todo lo que decían antes de cambiar rápidamente el tema. Lo cual, por supuesto, me dejó aún más curiosa.

“Pero no quería ser descortés o hacer que nadie se sintiera incómodo. Así que dejé que la conversación cayera —porque el mensaje que estaba recibiendo era claro. La forma en que un sofisticado neoyorquino maneja este tipo de cosas es no hablando sobre ello. Pretende que no está ahí. Sigue con tu vida. Bien, tengo una gran noticia para todos ustedes hoy. Estamos a punto de enviar a los neoyorquinos un tipo distinto de mensaje.

“Hoy, tengo el orgullo de anunciar que el Fondo de la Alcaldía para el Avance de la Ciudad de Nueva York (Mayor’s Fund to Advance NYC, en inglés) está haciendo un compromiso de largo plazo con la gestión en curso para construir un mejor sistema de salud mental. El Fondo de la Alcaldía —que dirigí como presidente de la Junta— trabajará con el DOHMH y el Fondo de Salud Pública (Fund for Public Health, en inglés) a fin de crear un plan para un sistema de salud mental más inclusivo.

“Estamos enfocando esta labor a través del lente de la ‘salud pública’. Eso significa que no solo nos enfocaremos en enfermedades específicas de mucha necesidad y su efecto en las personas. Vamos a tomar una perspectiva a vuelo de pájaro y mirar la gama de aflicciones que afectan a comunidades enteras. El plan será estructurado sobre dos objetivos principales:

“Primero, describiremos la carga de las enfermedades mentales sobre los neoyorquinos. Eso significa que presentaremos información sobre la prevalencia de aflicciones comunes como la depresión, la ansiedad y las adicciones.

“¿Y cuán comunes son esas enfermedades? Las cifras son reveladoras. En cualquier año dado, se estima que 7 por ciento de los adultos en los Estados Unidos son afectados por la depresión; 18 por ciento son afectados por la ansiedad; y 8.2 por ciento de los estadounidenses de 12 o más años de edad son afectados por un trastorno de abuso de sustancias.

“En nuestro plan, también describiremos los costos de estas aflicciones en los planos económico, social y personal. Y explicaremos la disparidad en servicios que existe entre grupos y vecindades. Porque sabemos que muchas comunidades no tienen acceso a buenos recursos, y como resultado, su carga es mayor.

“Nuestro segundo objetivo es esbozar un plan. Estableceremos una serie de acciones que atiendan las necesidades y disparidades que identificamos. Esto no será uno de esos informes que toman toda una vida para completar, solo para languidecer en un estante lleno de polvo. Publicaremos el plan este verano. Y poco después, el Fondo de la Alcaldía asignará recursos para abordar sus hallazgos. A la vez, el DOHMH trabajará con sus agencias asociadas y el Ayuntamiento para asegurar que lo que aprendamos sea incorporado a políticas y programas de la Ciudad.

“Estamos creando este plan porque, aun cuando la ciencia ha logrado avances en opciones de tratamiento y las terapias se han hecho cada vez más aceptables, demasiadas de nuestras políticas y programas aún abordan las enfermedades mental en una forma menos que útil. Y eso se debe a que demasiados de nosotros no estamos listos aún para enfrentar la presencia de enfermedades mentales en nuestras vidas. Las ignoramos. Las barremos bajo la alfombra. Cruzamos la calle.

“Sin embargo, no importa cuánto intentemos evitarlo, la realidad verdaderamente impactante es que nuestra ciudad y nación están experimentando una crisis de salud mental. Como dejan claro las estadísticas, el dolor de la depresión y la ansiedad está en todas partes. Podemos verlo en nuestros parientes, nuestros amigos y nuestros compañeros de trabajo.

“Tengo que contarles que mi forma de pensar sobre todo esto cambió drásticamente cuando nuestra hija Chiara nos reveló que estaba luchando con la depresión, la ansiedad y el abuso de sustancias. Sentí todo lo que se esperaría que sienta una madre. Amor por ella, primero y antes que nada. Pero también culpa, miedo y una gran incertidumbre. Fue una gran tarea para nosotros el hallar profesionales asequibles de salud mental y un programa para atender las necesidades de Chiara. Las necesidades de nuestra hija, que ya no es una niña y aún no es un adulto. Una mujer joven que se ha convertido en una provocadora activista birracial.

“Me enorgullece decir que a Chiara le está yendo muy bien en la recuperación —y está trabajando realmente duro para ayudar a otros jóvenes a lidiar con dificultades similares. Así que después de todo lo que he pasado, y tras ver a una de las personas que amo más en el mundo sufrir tanto, me encuentro hablando cada día sobre la crisis de salud mental que enfrenta nuestra ciudad. Hablando con Bill. Con mis colegas. Con todo el que escuche.

“Nuestra familia es afortunada —llevamos una vida confortable. Y sin embargo, fue realmente difícil para nosotros el conseguir ayuda apropiada para nuestra hija. Entonces, ¿pueden imaginar cómo debe ser para el 46 por ciento de neoyorquinos que viven en o cerca del límite de la pobreza? ¿Cómo debe ser para una mujer que solo habla español? ¿Un papá afroamericano que vive en Brownsville? ¿Una abuela que cría a su nieto? ¿O alguien que estuvo en la cárcel?

“Todas estas preguntas conducen a una mayor: ¿Qué podemos hacer como ciudad para asegurar que todos tengan acceso a los servicios de salud mental que necesitan?

“He dedicado mucho tiempo en el año pasado para explorar esa pregunta. Me inspiró una visita que hice al Centro de justicia para familias de Manhattan (Family Justice Center). Como algunos de ustedes sabrán, los centros son un recurso único para las víctimas de la violencia doméstica. Son lugares donde uno puede tener acceso a una amplia gama de servicios —incluso orientación. Y los cuatro centros de la Ciudad son apoyados porro el Fondo de la Alcaldía.

“Cuando estuve en el Centro de Manhattan, pasé un poco de tiempo hablando con los orientadores. Pronto quedaron claras tres cosas. Primero, ellos están realizando una labor increíble. Segundo, necesitan más ayuda. Y tercero, necesitamos asesores más conocedores de las culturas.

“Pese a las mejores gestiones de todos, la demanda de servicios de salud mental está simplemente excediendo nuestra capacidad. Tras esa visita me acerqué a la comisionada Bassett. Quería averiguar qué estaba haciendo su equipo en salud mental, si había modelos alternativos que podríamos estar empleando, y cómo yo podía ayudar.

“Ella se alegró de oír de mí, y estaba ansiosa de decirme que el DOHMH y un equipo diverso de interesados están realmente pensando en cómo crear una red de servicios con la suficiente amplitud para abarcar a los cinco condados y suficiente fuerza como para apoyar a todo el que necesite ayuda, incluidas personas que enfrentan las mayores dificultades. Así que la semana pasada tuve la oportunidad de ver un programa que se ajustaría a esta red. Al recibir la invitación del Dr. Belkin, visité el Centro de Recursos para Familias (Resource Center) del Sur del Bronx.

“Aunque sus nombres son similares, los Centros de Recursos para Familias son muy distintos a los Centros de justicia para familias (Justice Centers). Los Centros de Recursos para Familias proveen apoyo a los padres y tutores de jóvenes que tienen —o corren el riesgo de desarrollar— problemas emocionales y conductuales.

“Si esa descripción suena un poco genérica, la ayuda que proveen no lo es. Lo que me asombró es que en los Centros de Recursos trabaja gente que puede realmente relacionarse con lo que están atravesando sus clientes —y eso se debe a que han estado en esa situación. Cada defensor de familia tiene una experiencia personal, directa criando a un niño con necesidades especiales y conectándolos con programas y servicios efectivos.

“Ellos ya han atravesado la frustración. Ya han derramado las lágrimas. El dolor de ver a sus hijos sufrir —y la alegría de hacer cosas bien hechas— están a flor de piel. Ellos lo entienden en una manera que no puede ser enseñada. Y eso les permite conectarse con sus clientes en la forma más profunda.

“Estoy pensando ahora en una conversación que tuve con Darleen, su hijo Darryl y la defensora de su familia, Michelle. Darryl era uno de esos niños que uno no puede evitar querer. Tenía ojos grandes, redondos y suaves, y lucía estos increíbles pantalones curtidos. Lo que trajo a Darleen y Darryl al centro fue su dificultad para controlar su ira. En el centro, Darryl pudo hablar de sus frustraciones en un ambiente seguro y sin que se le juzgara. También aprendió técnicas para lidiar —cosas que puede hacer para calmarse. Dos de sus favoritas son cocinar y dibujar.

“Mientras hablábamos, él nos mostró su teléfono para que pudiéramos ver una foto de su obra reciente, y era realmente buena. Sé que Darryl tiene un futuro venturoso por delante. Y también su mamá. Darleen y Michelle, su defensora de familia, hablaron como viejas amigas —gente que han pasado mucho juntas.

“Hay un total de nueve Centros de recursos para familias en los cinco condados que sirven a casi 3,000 personas por año. Y aunque eso es estupendo, ¡todos concuerdan en que no es suficiente! Es por ello que me siento muy entusiasmada de anunciar el plan que nos guiará hacia un sistema de salud mental más inclusivo.

“Esta administración no pasará de largo pretendiendo que la crisis de salud mental no existe. Vamos a crear un plan. Y luego vamos a respaldar ese plan con gente y programas. Espero que ustedes consideren la posibilidad de colaborar con nosotros. Si les gusta hacia dónde nos dirigimos, levanten sus manos, por favor.

“¡Eso es maravilloso! Porque no podemos hacer este trabajo solos. Con su colaboración, podemos crear esa red de la que estaba hablando —una que sea tan grande e inclusiva como la ciudad que amamos.

“Con sus conocimientos, podemos asegurar que esa red refleje nuestras mejores ideas. Y con su energía, podemos crear una Nueva York más sana —y más feliz.

“¡Gracias!”

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(212) 788-2958